Wednesday, August 09, 2006

XI: No Reelegirás en un Cargo Público

El espíritu en el que se basan las ideas democráticas es brindar a las personas un gobierno en el cual se sientan representadas y donde las opiniones de los ciudadanos pesen en la toma de decisiones.

Desgraciadamente, la democracia y la política han seguido caminos muy disímiles. La democracia sigue siendo una bandera de batalla para los políticos, pero sólo sirve como excusa para servir a los intereses de la política.

La democracia se debe usar para lograr la participación de los ciudadanos en el gobierno pero la política utiliza a la democracia para mantener a los mismos ejerciendo el poder años tras año, elección tras elección. Aquí no hay ningún ejemplo de participación ciudadana.

La llamada "clase política" es la consumación de la utilización de los argumentos que sirven a la democracia para entregar legitimidad a grupos de interés con agendas propias. Si así no fuera... ¿entonces por qué razón hay tanto interés en ser reelegidos una y otra vez?

El servicio público debe ser enfocado como una tarea de total desinterés personal en pos del bien de la sociedad y llevada a cabo por ciudadanos sin asociación a grupos de ninguna clase. Sin embargo en la práctica quienes se declaran adalides del servicio público sólo sirven a sí mismos.

El afán de servicio público es sin duda loable y digno del mayor aprecio. Como tal, debe ser promovido como una virtud cívica, pero ya ocurre que se coarta la posibilidad de servir a las más amplias mayorías cuando los candidatos son elegidos por las cúpulas partidistas que según lo demuestra la experiencia, se oponen férreamente a las primarias.

Democracia es dar la posibilidad de participar, de colaborar y de enriquecer la discusión. Por ello, pretender que es democratico reelegir a las mismas personas para el mismo cargo una y otra vez, es aberrante.

Democracia es que en 10 períodos eleccionarios haya 10 personas distintas ocupando un cargo y que en cada proceso eleccionario los votantes sepamos sin lugar a dudas a quienes estamos eligiendo. No es aceptable que uno tenga que elegir ciegamente entre los candidatos de los partidos. Ya hemos sabido que los "candidatos" pueden salir coimeros, pedófilos o derechamente ladrones, todos signos de la decadencia de la institución política. Hasta cuando uno contrata a una asesora del hogar pide referencias. En las elecciones, los ciudadanos "tenemos" que elegir al que parece menos malo.

Las instituciones perduran en el largo plazo gracias a la renovación de quienes participan en ellas.

La historia nos muestra incontables ejemplos de organizaciones, sistemas y tipos de gobierno que han fracasado por el afán de sus miembros por seguir siendo siempre los mismos.


Los políticos son como los pañales. Todos deberían ser cambiados con frecuencia, y por la misma razón. (Anónimo)

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